ADRIÁN DELGADO| Inocencio Arias acaba de jubilarse como cónsul general de España en Los Ángeles tras cuarenta y un años de servicio y algún flirteo con el mundo del fútbol llevando la dirección general del Real Madrid. En su esfera privada comparte las mismas aficiones que el «ratón de Susanita»: le gusta el fútbol, el cine y el teatro. De familia acomodada, llegó a la carrera diplomática tras una oposición «traumática», que confiesa haber superado, pero que aún le hace tener alguna pesadilla. De no haber sido diplomático habría sido periodista: «Tengo esa vocación frustrada, por eso haber ocupado la jefatura de la Oficina de Información Diplomática con todos los Presidentes democráticos ha sido un placer». Tras una vida entera al servicio del Estado, ocupando cargos como secretario de Exteriores y secretario de Estado para la Cooperación en Sudamérica, desmiente ser un diplomático «atípico», sino que más bien dice haber tenido mucha suerte en su carrera. Fruto de esa suerte y de su trabajo llegó a desempeñar el cargo de Embajador de la ONU en un momento tan crucial como fue la guerra de Iraq.
En declaraciones a ABC reconoce haber vivido entonces su etapa más difícil al servicio de España. «Aznar decidió alinearse con EE.UU. en Iraq a partir de Perejil», explica Arias. «Apoyarle no fue un plato exquisito, pero aún así fue interesante -y añade-, yo no quería que España interviniera en Iraq, sin embargo estaba convencido de que había armas de destrucción masiva». De aquel conflicto asegura que Aznar -aunque tenía el apoyo del Parlamento- cometió el error de no haber escuchado a la opinión pública. Se define como un hombre de palabra al que siempre le ha importado «tres pimientos» quien le mande: «Yo sólo he servido a mi Estado, pero a partir de aquel momento me convertí en una oveja negra para el Gobierno de Zapatero».
Se siente orgulloso de no haber estado afiliado nunca a ningún partido y cree que haber llegado a ocupar cargos tan importantes sin ese soporte es un mérito personal. «Yo he servido al Gobierno, no al partido que estaba en el poder». De la política exterior de Zapatero dice que es «vacilante, errática y sin credibilidad y está obsesionado con golpes de efecto como la Alianza de Civilizaciones, pero ¿qué “cuerno” es eso?», exclama. Cuando habla del futuro cree que Rajoy, si llega al poder, no podrá hacerlo peor: «Habría que darle una oportunidad», concluye.
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